PORQUE JESUCRISTO EL SEÑOR NO VENDRÁ

Las palabras anteriores se refieren a la segunda venida de Jesucristo.
En 1979, cuando vine al conocimiento del evangelio, este era uno de las temas más enfatizados en las predicaciones que tuve oportunidad de escuchar –siendo yo en aquel año- un recién convertido al Señor. Comencé a  investigar sobre el tema movido por los sermones que exaltaban las señales de los tiempos y el impacto de dicho evento sobre la humanidad. Luego, surgieron los cuestionamientos. Una cosa era retener los detalles de cada una de las diferentes perspectivas de interpretación escatológica (el estudio de las últimas cosas) y otra los versículos –que a partir de tal estudio- comenzaban a penetrar en mi mente.

En aquellos días era emocionante pensar que tendríamos un pronto encuentro con el Señor; tanto que un pastor de una pequeña congregación en Los Angeles, California, llegó a considerar que la segunda venida  sería en 1982. Lo dicho por este pastor solamente fue su apreciación personal. La predicción más reciente es la del señor Harold Camping quien predijo el retorno de Jesucristo para el año 2011. Hemos llegado al 2015 y la vida sobre la tierra sigue su curso normal. Debe ser que no hay una segunda venida.

Además, durante todos estos años he podido observar que se ha teorizado con respecto al tema. Se han realizado películas, se han escrito libros y esto ha dejado –a mi parecer- una sensación de que la promesa del Señor Jesucristo, de volver otra vez, es una fantasía o una narrativa de ciencia-ficción. Por otra parte, las diferencias entre los expertos en el asunto (que por cierto son de carácter doctrinal) permanecen allí esperando que sean armonizadas por sus defensores.
Y es que tratar de determinar el día y la hora en que este acontecimiento ha de tener lugar es tarea ardua. Ninguno entre los hombres tiene hasta el momento la última palabra. Es más, Jesucristo dijo “no os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad.”

Lo que queda bien claro es que de Dios es determinar el día y la hora. No es una decisión de los hombres. Los discípulos también le habían preguntado a Jesús en otra ocasión  ¿Qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? La respuesta fue clara como lo sigue siendo hoy: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” No es necesaria una hermenéutica profunda para comprender la nitidez del lenguaje y entender que el Señor vendrá “como” ladrón en la noche. Es decir, no oculto ni a escondidas sino en el momento menos pensado.



En los días del apóstol Pablo surgió la necesidad de advertir a los discípulos. Les fue dicho lo que no se dice en las iglesias: “QUE NO VENDRÁ sin que antes venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios, se sienta en el templo de Dios (la Iglesia), haciéndose pasar por Dios.” De nuevo, no se indica el momento preciso, pero se advierte lo que ha de estar sucediendo en vísperas de su venida.

Sin especificar las citas bíblicas, los versículos mencionados son algunos –de entre otros- que han permanecido presentes en mi intelecto todo el tiempo de mi vida en la fe cristiana. La apostasía de la iglesia ha venido a ser prueba fehaciente del segundo advenimiento del Señor Jesucristo a la tierra. Si estoy vivo cuando Cristo regrese, seré transformado. Si mi cuerpo yace en el sepulcro, seré resucitado en gloria. El fundamento de Dios está firme (y agrego: la venida del Señor está firme. No se retracta) permanece firme teniendo este sello: “Conoce el Señor a los que son suyos, y: apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” Él es quien ha de juzgar a vivos y a muertos. Si los días de la apostasía no fuesen acortados, ninguna carne sería salva. Me trastorna la mente, el alma y el espíritu el hecho de pensar que en las iglesias no se adore más a Dios, sino que se le rindan honores y gloria al hombre de pecado. Al hijo de perdición, quien  siendo una bestia, con  cuernos semejantes a los de un codero y “pretenda” parecerse al  “Cordero” habla como dragón y engaña a los moradores de la tierra. Muchos hay que tienen apariencia de piedad pero niegan la eficacia de ella. El hombre de pecado ya ha entrado en el templo de Dios (las iglesias). ¡Ay de quienes adoran a Dios y no a la bestia! ¡Ay de quienes aman a Dios y no aman al mundo y las cosas del mundo! ¡Ay de quienes desean la voluntad de Dios y no la voluntad de los corruptos!

“Y en verdad todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución.” (2 Timoteo 3:12)

¡VEN SEÑOR JESÚS Y SÁLVANOS!

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