MEJOR QUE SE LES ATE UNA PIEDRA AL CUELLO
No
todo el que me dice ¡Señor, Señor! Entrará en el reino de los cielos (S. Mateo
7:21) RV1977
El evangelio de San Lucas
17:1-2 nos narra la
ocasión en la que Jesús habló contra quienes sirven como piedra de tropiezo.
Especialmente contra los que por su conducta y doctrina (sobre todo con su doctrina) se hacen a sí
mismos un obstáculo para quienes tratan de acercarse a
Dios. Esto podemos deducirlo del pasaje bíblico si tenemos en cuenta que
la ocasión tiene como contexto todo el contenido que va desde el capítulo 15:1
hasta el 17:10, en donde Jesús indica cuán importante es
para Dios el arrepentimiento del pecador.
Los fariseos y
escribas criticaban a Jesús, y hacían
burla de él (en tanto que la multitud deseaba oír). De esta manera
interrumpían su mensaje. Fue entonces cuando Jesús dijo: “es
imposible que no vengan los tropiezos.”
Es decir, El
Señor Jesucristo, con sus palabras dio a entender que los tropiezos y los
obstáculos, que intentan ahogar el mensaje bíblico del evangelio, siempre van a
existir y a estar presentes por medio de aquellos que con su oposición cierran la puerta del reino de los cielos.
Sobre los tales,
dijo el Señor: mejor les fuera
que se les atase al cuello una piedra de
molino.” (RV1960)
Tradicionalmente se ha escuchado que mejor le fuera
a esa persona atarse la piedra de molino a su propio cuello. Cosa bastante
difícil ya que cuando alguno está convencido en sí mismo de que lo que piensa
es correcto –aunque sea un disparate- no acepta su error y así sigue
enseñando a otros.
Su primer
intento será irse donde nadie lo recrimine. Como podemos ver,
el mal continuará suelto por ahí, sirviendo aún como piedra de tropiezo.
Pero
las palabras del Señor fueron muy claras. Él dijo “mejor que se le atase al cuello la
piedra de molino.” Dicho de otra manera, es mejor que le amarren la
piedra al cuello “y se le arroje al mar.” El tal no merece
vivir. Es reo de muerte. Solamente así puede evitarse que siga esparciendo su
falsa doctrina. Esto equivale a una sentencia de muerte en cualquier sistema
judicial.
En la era actual,
la autoestima de algunos fariseos modernos se
encuentra tan alta que no ven el gran error que cometen al enseñar conforme a
los deseos personales y egoístas que solo busca lo personal.
Estos nunca van a considerar la posibilidad de que se les juzgue dignos de
muerte. Son tan astutos, que no dudan en apelar a la Organización
Internacional de los Derechos Humanos y entablar demandas por intentos de
homicidio en su contra, alegando que se les niega su derecho a la libertad
de expresión y que solo hacen su trabajo.
A decir verdad, su veneno (doctrinas y costumbres) es tan mortal, que impiden a otros acercarse a
Dios en sincero arrepentimiento, que no merecen otra suerte. Como ha dicho el
Señor, es imposible que no vengan los tropiezos; pero también nos ha dado a
entender que ciertamente ES
POSIBLE ACABAR CON ELLOS. Bajándolos del pedestal de su
fama.
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