HIZO LO QUE DIOS LE DIJO QUE HICIERA

¿A cuál de los santos te volverás para invocar su nombre?
NOÉ (Segunda Parte)

El testimonio bíblico acerca de Noé nunca dejará de impresionar e impactar la vida de quienes hemos tenido la oportunidad de leerlo. El simple hecho de hallar palabras de elogio a su conducta hace de Noé un ejemplo de obediencia y de confianza en Dios.

En esta segunda parte vamos  a considerar solamente algunos aspectos del diluvio que están muy relacionados con el testimonio de este santo. Uno es resaltar su obediencia; otro es su paciencia, y finalmente su devoción hacia el único Dios verdadero.
Los temas relacionados con el tamaño del arca y su construcción, la manera en que los animales fueron reunidos, si el arca era lo suficientemente grande, y si el diluvio fue local o universal, no van a ser tratados porque nuestro enfoque va  dirigido hacia al carácter de Noé como hombre y como persona que, en medio de una generación perversa y maligna, se guardó sin mancha de este mundo, fue hallado justo y quien por lo cual halló gracia delante de Dios.
Con todo, no es difícil aceptar el relato bíblico, como lo indica el texto, cuando se lee con atención y con deseo de conocer el testimonio y el carácter de Dios en relación con sus criaturas. Mucho menos alguien puede pensar que las Sagradas Escrituras –llamadas la palabra de Dios- puedan contener elementos que engañen el corazón de los hombres que necesitan redención y  el perdón de Dios. Solamente nuestro escepticismo y falta de conocimiento de Dios cuestionan con descaro su verdad. Antes bien, “sea Dios verdadero y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus dichos, Y venzas cuando de ti se juzgare” Romanos 3:4 RV1909.  

La obediencia de Noé es indiscutible. La construcción del arca conforme a las medidas que le fueron dadas, preparar a su familia para un acontecimiento nunca visto por hombre alguno, llevar consigo a los animales que Dios trajo al arca, y almacenar alimento para el sustento durante el tiempo del diluvio es resumido de la siguiente manera en Génesis 6:22 Así lo hizo Noé: hizo conforme a todo lo que Dios le mandó. Simplemente impresionante. Su obediencia fue el resultado de haberle creído a Dios. De no haber sido así, su conducta y la de su familia, fuera como la de cualquiera de sus corruptos contemporáneos que murieron junto con las bestias. Es interesante ver la relación tan estrecha que existe entre el creerle a Dios (tener fe, ser fiel) y el obedecerle (hacer). No se puede creer en Dios y no cumplir con sus mandamientos; y tampoco se puede obedecer a Dios, a menos que se le crea y estemos verdaderamente persuadidos de que es galardonador de los que le buscan. Lo cual no es igual a creer en milagros y favores por doquier sino a ser un fiel seguidor y hacedor de su voluntad.

 La paciencia de Noé es admirable. Ver la inundación de las aguas es suficiente razón para llenarse uno de miedo y sentirse impotente. Es casi como aceptar sin discusiones la muerte. Los que han sido víctimas de este fenómeno natural pueden testificar lo que se siente cuando se pierde todo y se sufre la muerte de familiares y amigos. Noé fue testigo de algo peor. Fue testigo de un evento que destruyó la raza humana y terminó con muchos seres de la fauna animal. Observó cuando el agua caía sin detenimiento y pudo sentir cuando el arca empezaba a ser arrastrada por las aguas y experimentó de primera mano el ímpetu de las olas contra el arca. El ruido producido por los animales no dejaría de ser menos alarmante y no sabemos si acaso su familia le hizo reclamos por creer que sobrevivirían a tan enorme desastre. Simplemente, tratemos de estar en el arca con Noé, su familia y los animales en medio de ese cataclismo (que es la palabra que usa el texto griego) en medio de una densa oscuridad durante 40 días con sus noches y pensemos cuál hubiera sido nuestra reacción.
Luego que cesaron las aguas, tuvieron que esperar a que el arca reposara sobre tierra; y después esperaron hasta que la tierra se secara. Después, hasta que Dios le dijo a Noé que podían salir. Todo esto duró un año. (Leer Génesis 7:6 y 8:13-14). Un año en incertidumbre, esperando un nuevo día y la oportunidad de volver a empezar de nuevo. El arco iris en las nubes es recordatorio del pacto de Dios con Noé, el hombre que esperó en Dios.

La devoción de Noé es única. Reconoce al único Dios verdadero como Aquel que le ha salvado la vida y la de su familia de perecer en el diluvio. Dice la Escritura que edificó un altar a Jehová y ofreció holocausto.
El proceder del hombre es olvidarse de la gracia recibida y volverse a su camino egoísta. Tan pronto pasa el peligro o la necesidad se olvida de Dios y de su misericordia pensando que ya no es necesario mantenerse en fe y obediencia al Creador. Noé, en cambio, nos enseña con su ejemplo que hay que tener gratitud para con Dios y que es legítimo que un ser creado reconozca  a su hacedor. Él pudo haber hecho alarde de su capacidad intelectual como constructor del arca, ensalzar su visión preventiva al almacenar alimento, exaltarse de ser el salvador de su familia y gran parte de la fauna animal, y ufanarse de burlar la muerte. Pero no fue así. En lugar de sentirse superior se humilló una vez más reconociendo que solamente por la gracia de Dios, él y su familia, se habían salvado de una muerte segura. La grandeza del hombre y su gloria nunca podrá resplandecer por encima de la gloria de su Creador.
La tecnología y la ciencia actual no son base suficiente para argumentar a favor de un humanismo ateo. El hombre sigue siendo un ser creado y le ha sido dada la capacidad de razonar y de desarrollarse, mas se le ha olvidado que un hombre fiel a Dios y aun con una tecnología muy escasa fue capaz de subsistir un desastre que borró por completo la raza humana (excepto los ocho que por la gracia de Dios se salvaron). Noé, con mucho acierto supo quién le había dado capacidad para construir el arca y tomar todas las precauciones del caso y adoró a Dios. Nosotros debiéramos aprender de su ejemplo aunque ostentemos el más alto de los títulos. Debemos convencernos de que Dios realmente existe y de que verdaderamente es Dios. ¿Prestaremos atención al testimonio de Noé? O ¿Pensaremos que nos puede ahora llevar consigo en el arca? ¿A quién le corresponde guardarse sin mancha de este mundo? Sin duda, necesitamos la gracia de Dios.

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