LO INCREÍBLE DE ESTA NAVIDAD


LO INCREÍBLE DE ESTA NAVIDAD ES
CREER LO QUE NO ES

“La nada, nada produce” y del mismo modo, de la nada nunca saldrá algo, ni será lo que no es y nunca será lo que jamás ha sido. Por lo tanto, si la nada, nada produce, nada es. Y si algo no es, ni existe, ni es verdad ¿Por qué creerlo, aceptarlo, y desear vivirlo como si fuera cierto?
          Con problemas económicos por causa de la malversación de fondos, la inflación, el desempleo y los bajos sueldos que afectan la economía familiar, millones y millones de personas en el mundo entero sinceramente se esfuerzan por buscar y mantener a flote el sustento diario. Algunas veces, ahorrando (cuando se puede), trabajando horas extras, o haciendo préstamos para inversión, en fin, hacen todo lo que está a su alcance con el fin de lograr sus metas. Y en un mundo tan comercializado y consumista, llega esa época hermosa del año que llamamos la Navidad.
          Durante esta época, se mueve el comercio de una manera bestial; las compras aumentan, y el gasto es mayor en comparación con los meses anteriores. Esto no nos sorprende porque de antemano sabemos que viene la Navidad. De hecho, tiene su encanto por cuanto las personas se vuelven, “un poquito nada más,” propensas a mostrar un espíritu reconciliador con su vecino y con sus familiares. Y ciertamente, esto es muy loable, pues cuánta necesidad tenemos de romper las barreras del pecado que tanto daño nos ha causado. Lástima que esto no sea un resultado permanente, sino la reacción emotiva al estímulo promovido por las propagandas comerciales y las tradiciones festivas de los hombres que todo lo reducen a una buena parranda.
          ¡Pero, no nos equivoquemos! La alegría familiar y el bienestar social son elementos buenos, saludables y altamente deseables. La desgracia tiene lugar cuando en medio de la “parranda, o en medio de la lucha por un primer lugar en la fila de compras,” surgen las emociones y todo resulta en una gran tragedia. ¡Hasta allí fue Navidad!
Esto, por una parte. Pero, y ¿qué de lo que no existe, ni es real, ni verdadero? Allí vemos otro elemento que sacude cualquier conciencia cuando, casi todos, aceptan por cierto lo que es falso.
          Un joven padre de familia dijo: “yo trabajo mucho para darle a mi hija lo que necesita; y no puedo permitir que ella crea que fue otro, y no su papá, el que le dio el regalo, que yo, con mucho esfuerzo le compré.”

          Todos sabemos esta verdad. Y es muy cierto que millones y millones de padres de familia hacen un esfuerzo por darle a sus hijos un regalo en la Navidad. Lo “crazy,” lo loco, lo insano, lo demente, lo absurdo del asunto es que la inmensa mayoría le dice a sus hijos que Santa Claus, o Papá Noel, fue quien les trajo su regalito. Para colmo, en muchos almacenes y centros comerciales tienen un hombre (posiblemente uno que estaba desempleado) vestido de rojo, barrigón, con barba blanca, y riendo con gruesa voz, haciéndole creer a todos que él es real, cierto, existente, verdadero, y prueba irrefutable de una fantasía, cuya única base de existencia, es la imaginación cuentera.
Todavía cuesta trabajo saber que, a pesar de que este icono comercial no es más que el logotipo del mayor consumismo del año, muchos sueñan con buenos deseos, y con esperanzas de un mejor futuro, inspiradas por un mito social y de intercambio comercial, que por la promesa del evangelio de Dios. Que ¿Cuál es, entonces, el verdadero sentido y significado de la Navidad? Esto es otro asunto que hay que discutir. Por lo pronto, es triste que se acepte por cierto y real lo que no es verdadero, y que, motivando la imaginación de un niño, al mismo tiempo e ingenuamente se siembre en su mente una falsa idea y se promueva una falta de distinción entre lo real y lo ficticio. 

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