NO ME AVERGUENZO DEL EVANGELIO


NO SIENTO VERGÜENZA ALGUNA ¡JESUCRISTO ES MI SEÑOR!

Palabras muy conocidas y pronunciadas por el apóstol Pablo cuando escribió su carta a los romanos; y añadió: porque es poder de Dios para salvación a todo el que cree. San Juan dijo lo mismo, aunque de un modo diferente, y escribió: de tal manera Dios amó al mundo que dio a su Hijo, para que todo aquel que en él cree, no se pierda. Y Pedro testificó diciendo: no hay otro nombre en el que podamos ser salvos.

          ¿Cuál de los tres apóstoles, piensa usted, que lo dijo mejor? Posiblemente, si se hiciera una encuesta formal, los resultados serían muy estrechos y, para contrarrestar la fuerza de las palabras de cada uno, algunos sacarían a la luz los puntos negativos de ellos. Unos dirían de Pablo, que fue perseguidor de la iglesia. Otros, que Pedro negó ser discípulo de Cristo. Y algunos acusarían a Juan de violento cuando, junto con Jacobo su hermano, le dijeron al Señor que si oraban para que cayera fuego del cielo que consumiera a los samaritanos que no quisieron recibirle.
         
Con todo, cuando el Espíritu de Cristo mora realmente en la vida de una persona, la vida del ser humano cambia de forma radical. Pues los tres declararon un mismo asunto, cual es, que Jesucristo es el evangelio. Es decir, él es esa buena noticia. Él, Jesucristo, es el poder por medio de cual podemos hallar la salvación y el perdón de los pecados.
         
          Es más, dice el apóstol Pablo en su carta a los romanos que, a causa del pecado de Adán, nosotros fuimos constituidos pecadores. Pero que, ahora, a causa de la obediencia de Cristo, su justicia es aplicada o imputada a todo aquel que cree a Dios y hace su voluntad. Y su justicia (que es Cristo) justifica a todo hombre y mujer que, aun reconociendo su condición humana, muere al pecado y no sigue los apetitos de la carne. Definitivamente, es una muy buena noticia. Claro, la buena noticia es que Cristo es la justicia para el pecador que se arrepiente.
         
Nada extraño que Pablo dijera ¡no me avergüenzo del evangelio! Es decir, no me avergüenzo de Jesucristo. El cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Nada raro que Juan dijera ¡de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Jesucristo!
No debemos sorprendernos de que Pedro hubiese dicho ¡no hay otro nombre en el cual podamos ser salvos!

Los tres dijeron prácticamente lo mismo, aunque cada uno a su manera y forma de decir las cosas, pero con una gran convicción y una certeza impresionante, las cuales, no dan lugar a duda alguna acerca de aquel de quien dieron la mejor noticia de todas las edades: ¡Jesucristo es el Salvador!
         
¿Tiene usted, apreciado lector, otra mejor noticia? ¿Ha considerado otros nombres, de otros posibles candidatos, para su salvación? Usted puede elegir a quien quiera e invocar su nombre cuantas veces quiera; pero ninguno tendrá la aprobación divina que posee el Señor Jesucristo. No sienta vergüenza de Jesucristo.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

NADIE HA HABLADO COMO ESTE HOMBRE

LA MÁS PEQUEÑA DE LAS SEMILLAS

MEJOR QUE SE LES ATE UNA PIEDRA AL CUELLO