NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS


Todo el tiempo están acechando y buscan oportunidad de atacar a sus víctimas, cuando estas ni siquiera los conocen, ni han pensado mal contra ellos.


Agredir a otros de muerte, despojarles de sus derechos, violar su integridad personal, convertirlos en presa fácil del miedo, nunca dejará de ser uno de los más viles y bajos actos que un ser humano pueda realizar.
La violencia corona la cabeza de muchos que bajo un falso manto de “valentía” pretenden ser superiores a los demás, ignorando que sus actos son una apoteósica cobardía. Todo el tiempo están acechando y buscan oportunidad de atacar a sus víctimas, cuando estas ni siquiera los conocen, ni han pensado mal contra ellos.
                                           
          ¿Por qué calificar de inteligente al criminal? Si se utilizara el mismo modus operandi contra él, de seguro terminaría calzando el mismo zapato de aquel a quien hace daño. De hecho, es una grave falta de los medios de comunicación exaltar este tipo de comportamiento, y peor aun, que el ignorante criminal crea que lo es, siendo un tramposo, y que es símbolo del terror y de una mentalidad privilegiada. Mientras el hombre goce de superioridad ante su oponente, o su víctima, no vacilará en intentar sacar provecho de su presa. No obstante, si sabe que carece de ventajas que le garanticen el triunfo, igual que el perro humillado ha de esconder el rabo entre las piernas y dejará de ladrar. No es más que un vil amedrentado y despavorido incapaz de hacerle daño al más fuerte que él. Ocasión buscará para disculparse diciendo que “no le interesa.” Y si acaso persiste, no es más que para demostrar una intrepidez que nunca tuvo.

¿Y qué decir de aquellos que envían a otros a perpetrar el crimen? Se les denomina autores intelectuales; que de intelectuales nada tienen; lo que poseen es una mente perversa y un corazón trastornado. No hay base para que alguien elogie la maldad, ni el engaño, llamándole industria que genera ganancias; quien lo hace también anda ciego y no discierne.

          Las Escrituras también denuncian esta clase de corrupción; dice del malo: “se sienta en acecho cerca de las aldeas; para matar a escondidas al inocente. Sus ojos están acechando al desvalido; acecha en oculto, como el león desde la cueva; acecha para arrebatar al pobre; atrapa al desdichado atrayéndolo a su red. Los cuales, hablan paz con sus prójimos, pero la maldad está en su corazón. Reinos e imperios se han impuesto por la fuerza y el vandalismo; nunca por generosidad, ni por misericordia; y mediante el uso de la fuerza y la violencia se siguen cometiendo todos los improperios, injurias, ofensas, violaciones y delitos que el ser humano es capaz de cometer contra su prójimo.

          Pero no todo ha de permanecer así. Tiempo llegará cuando de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las gentes, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada gente contra gente, ni se ensayarán más para la guerra. Tampoco reposará la vara de la impiedad sobre la heredad de los justos, y la senda de los malos perecerá. La maldad no puede en manera alguna ser justificada, ni podemos exaltarla como si fuera un nuevo estilo de vida.  

          

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