Y ESO FUE LO QUE HICIERON


"tengo derecho a creer o rechazar lo que me dicen"
(Thomas Paine)

Thomas Paine (1737-1809) escritor y activista político, cuyos escritos ayudaron a promover la Revolución Americana, en su obra “The Age of Reason” (Capítulo II sobre Misiones y Revelaciones), expresa lo siguiente:

 “Cuando alguno me dice que una mujer llamada María concibió siendo virgen y dio a luz un hijo, sin cohabitar con un hombre, y que su prometido -de nombre José- dijo que un ángel le había indicado que la recibiera, tengo derecho a creer o rechazar lo que me dicen.
Tales circunstancias demandan pruebas que van más allá de las palabras. Pero ni siquiera esto tenemos; porque ni ella, ni José escribieron acerca del asunto. Todo ha sido narrado por otras personas quienes declaran que así sucedió. Por mi parte, elijo no fundar mi fe sobre tales testimonios.”

Sus palabras resuenan con una fuerza inmensa en la mente de cualquiera que las lee, sacude la fe frágil de muchos que, al final pudieran terminar estando de acuerdo, y en sus corazones optaran por preguntarse ¿por qué creer un testimonio del cual, no fuimos, ni somos testigos presentes?
En el mismo capítulo sostiene que el cristianismo surgió como producto de la mitología pagana; que la doctrina de la Trinidad vino a ser una simplificación de la innumerable cantidad de dioses mitológicos; y que María tomó el lugar de la diosa Diana de los Efesios.
         
          Luego, en el capítulo tres expone sus ideas acerca de Jesucristo, de su carácter, y de su historia. Al respecto dice: “Fue un hombre virtuoso. La moral que predicó y vivió fue de la más alta benevolencia, y aunque otros sistemas de moral habían sido creados antes, ninguno lo sobrepasa. Nunca escribió ni una línea acerca de sí mismo en lo que hoy conocemos como el Nuevo Testamento. Su historia igualmente es el trabajo de otros, y el relato de su resurrección fue necesario para complementar el de su nacimiento. Pues de otro modo el testimonio acerca de él no pudiera mantenerse en pie. Tomás, no creyó lo de la resurrección sin antes tener delante de sí una prueba ocular y tangible. Y yo, -dice el señor Paine- tampoco lo creeré. Esta razón es suficiente para mí, y para cualquier persona, como lo fue para Tomás.
          Que Jesucristo haya existido, y que fuera crucificado conforme al modo de ejecución romano de entonces, pertenece estrictamente al registro histórico dentro de los límites de probabilidad. Él predicó la más alta moral y la igualdad de los hombres.”

          Ahora, observemos más de cerca sus declaraciones. Thomas Paine declara no aceptar el testimonio apostólico, ni el de los evangelios. Sin embargo, dice que ningún sistema religioso ha podido superar el carácter virtuoso, y la excelente moral de Jesucristo demostrada por sus hechos. Sostiene que fue crucificado conforme a la pena capital establecida por el gobierno romano. Muy bien. Pero ¿De dónde obtuvo esa información?
El señor Paine nunca fue testigo ocular de estos hechos, y con todo, los afirma con una fuerza monumental como si hubiese estado presente y hubiera visto con sus ojos los acontecimientos. ¿De dónde más, sino de los evangelios, de donde todo el mundo obtiene dicha información?
          Argumenta que la existencia de Jesucristo y su muerte pertenecen estrictamente al campo histórico; no obstante, los historiadores que investigan la sociedad palestina del primer siglo recurren precisamente a los evangelios y a las cartas apostólicas, como fuentes fidedignas de información.
          Que el cristianismo surgió de la mitología pagana es un error histórico de su parte. Pues el cristianismo, nació dentro del judaísmo monoteísta, radical, celoso de la ley, y más fuerte conservador de las tradiciones religiosas de los judíos
Que Jesucristo nunca escribió una sola línea del Nuevo Testamento sobre todo lo que se dice de él, ¿Cuál es el problema? Si aun el mismo Jesucristo dijo “si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que el testimonio que da de mí es verdadero. Y agregó a esta declaración el testimonio de Juan el Bautista, el de Dios Padre, el de sus obras, y el testimonio de todo el Antiguo Testamento. Y remató la incredulidad de los judíos diciéndoles
"Porque si creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él.”

          A esto, a lo que decimos en el presente escrito, podemos agregar el testimonio de Juan el apóstol quien dijo “a ustedes les hemos anunciado a Aquel que era desde el principio, a Aquel que hemos escuchado, y hemos visto con nuestros ojos, y hemos contemplado y tocado con nuestras manos, a Aquel que es el Verbo de Vida. Y la Vida fue manifestada, y la hemos contemplado, y damos testimonio de ella, y les anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y nos ha sido manifestada (Biblia Peshita). Pregunto: ¿Cuán profundo fue el impacto que causara Jesucristo, en la vida de sus discípulos, que le denominan Aquel que era desde el principio, el Verbo de Vida, ¿y Vida Eterna? Al igual que Tomás, vieron y fueron testigos presentes y tuvieron pruebas oculares y tangibles.
          Ahora, el maestro y ejemplo de la más excelente moral, ¿Hubiese permitido que sus discípulos se confabularan para dar tal testimonio acerca de su carácter y ejemplo? Nada probable. Además, ¿Mentiría él acerca de sí mismo?

En cuanto a su nacimiento Jesucristo declaró “Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre (Juan 15:28); y su resurrección la anunció de esta manera: “yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, mas yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar (Juan 10:17-18).

¿Y qué hubiera dicho el señor Paine, acerca de Jesucristo, si se le hubiese ofrecido leer el pasaje bíblico de Hebreos 13:1-3 donde se declara que él es el resplandor mismo de la gloria de Dios y la imagen misma de su sustancia? Es más, el mismo Jesucristo que predicó y vivió la más excelente moral jamás superada, fue el mismo que dio instrucciones a sus discípulos para que dieran testimonio acerca de él en todas las naciones; y eso fue precisamente lo que hicieron. Y usted, apreciado lector, ¿Cuál es su opinión? ¿Acepta realmente el testimonio acerca del Hijo de Dios? O lo tiene en la gaveta de “asuntos por revisar.”

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