LA VERDAD SOBRE LA MENTIRA


LA VERDAD SOBRE LA MENTIRA


El aforismo popular que dice: “nadie es perfecto pues somos humanos, y todos cometemos errores” está muy de moda, que ha llegado a aceptarse como si fuese una sentencia doctrinal.
A decir verdad, este aforismo corrobora el texto bíblico que declara el pecado de todos los hombres. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Romanos 3:10-12). Pero lo que parece ser una homogeneidad entre el refrán y la sentencia bíblica es solo un espejismo. Mientras la sentencia es una declaración teológica, el refrán es más bien un disfraz que pretende suavizar y eufemisar la conducta de aquellos que ofenden y así pretenden justificarse. Y para colmo de males, como complemento de la imperfección del hombre, la sociedad exige que se le perdone y todos debemos olvidarnos del asunto.

Pero, pensemos un momento. ¿Hasta qué punto es legítimo y aplicable a la realidad de la vida, aquello de que nadie es perfecto, que somos humanos, y todos cometemos errores? Bueno, es necesario reconocer nuestras imperfecciones. Sin duda, somos seres humanos y erramos. Ahora, si con esto pretendemos “maquillar” nuestras malas inclinaciones, negar nuestro pecado, sin buscar una solución al asunto, entonces tenemos un problema de fondo además del problema de no querer corregir lo deficiente en nosotros.

Analicemos: Si los males sociales, (ejemplo: las dictaduras políticas, los actos terroristas, la impunidad criminal, la violación sexual, la malversación de fondos, el lavado de dineros, el abuso de autoridad, el racismo, el adulterio, la pornografía), que carcomen la sociedad y la vida del hombre, son actos cometidos por los seres humanos e imperfectos que simplemente han cometido “errores” y que por esa condición –a causa de lo que se sostiene popularmente- deben de ser perdonados por el mundo, entonces no podemos quejarnos; y el aforismo popular tiene que ser aceptado como verdad absoluta. Es decir, no existe remedio contra del pecado.
         
Mucho se enfatiza el mandamiento de perdonar; hasta setenta veces siete. Sin embargo, se ha preguntado alguna vez ¿Cuántas veces puedo pecar contra mi hermano? Diga usted ¿Cuántas veces dice la Biblia que puedo o debo pecar? ¿No dice que la paga por el pecado es la muerte?
Antes bien, el verdadero amor no hace daño al prójimo, no hace nada indebido, se goza de la justicia, se goza de la verdad. (1 Corintios 13).

Leído lo anterior, ¿No le parece que, en lugar de “maquillar” el mal, hay que buscarle solución? Precisamente, la verdad bíblica hace la diferencia entre error y pecado. Aunque, ciertamente, errar o “no dar en el blanco” es la ilustración de la palabra pecado, todos entendemos que un error puede cometerse involuntariamente por descuido, por ignorancia, o por olvido. En tanto que el pecado es un acto indebido, de desobediencia que se comete voluntariamente, a consciencia, sabiendo su causa y su efecto.  

La biblia no pretende “cubrir con adornos” ni mucho menos “maquillar” el pecado de los hombres. Por el contrario, nos llama al arrepentimiento y a la sumisión a JESUCRISTO. Apocalipsis 22:12 advierte lo siguiente: “he aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. El evangelio llama al hombre imperfecto y pecador al arrepentimiento para que busque lo perfecto y para que se perfeccione buscando El Reino de Dios y su Justicia.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque de ella serán saciados” (S. Mateo 5:6).
Alguno argüirá alegando: ¡Dios es amor y nos ama tal como somos! Pero la reflexión apostólica dice ¿Ignoras que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios (Romanos 2:1-10).

Bien dice la Escritura:
Cambiaron la verdad de Dios por la mentira (Romanos 1:25)



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