SALVAR Y PERDER O PERDER Y GANAR


Mas las cosas que para mí eran ganancia, las estimé como pérdidas por amor de Cristo (Filipenses 3:7)

Porque todo el que quiera salvar su vida la perderá. Marcos 8:35-38

La expresión el que quiera salvar su vida la perderá, puede parecer chocante a nuestra manera común de pensar, pues ninguno quiere perderla; antes bien, todos deseamos estar a salvo de cualquier peligro. Pero, si salvar nuestra propia vida implica también perderla, entonces ¿Cómo entender tal declaración? Lo que nos sirve en la interpretación del pasaje es leer la sentencia que sigue: Y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio la salvará.

          Observemos así mismo, las dos preguntas que hace el Señor. Una es ¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? Esto da a entender que hay quien vive con el firme propósito de conquistar el mundo para sí. Este tipo de personas están “salvando” y/o “preservando” sus vidas buscando lo terrenal, pero al mismo tiempo lo hacen para su propia destrucción. Son como la tierra donde se siembra, no obstante, de la cual nunca se recoge fruto. Que, por estar empeñados en buscar y lograr sus deseos materiales, han cerrado sus oídos para no oír el consejo de Dios por medio de su palabra. No quieren entender, no quieren esforzarse por acercarse a él, y el afán por las cosas de este mundo con todos sus ofrecimientos “ahoga” en ellos todo el consejo de Dios. Por ello, Jesucristo enuncia que “el que salva y/o guarda su vida para ganar este mundo” pierde la vida eterna que Dios le ofrece.

Y la otra pregunta es: ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Si el alma del hombre se pierde siguiendo la corriente de este mundo, nada de lo que haya poseído podrá redimirlo después de su muerte.

          Y finalmente, volvamos a la expresión inicial que menciona a los que pierden su vida por causa de Cristo y del evangelio. Esto nada tiene que ver con pérdidas de tipo financiero. La palabra griega que aquí se traduce como “perder” igualmente significa destruir, perecer, y apartarse (Strong’s Greek New Testament Dictionary G622) por lo que podemos parafrasear el texto diciendo que quien pierde su vida, es decir, quien muere, se aparta, o destruye su vida en este mundo para adherirla a Cristo y a su evangelio ciertamente la está salvando/preservando para la eternidad. En ningún momento se insinúa abandonar el trabajo, o la educación académica, y mucho menos dejar de cumplir con las obligaciones propias de su contexto social.

          En resumen, el que guarda su vida para este mundo, pierde la vida eterna que en Jesucristo Dios le ofrece. El que pierde su vida en este mundo para ganar a Cristo, la preserva para la eternidad. Al hombre no le es provechoso ganar todo lo que el mundo ofrece si su alma se pierde. Y si se pierde, no existe riqueza, ni tesoro para pagar por su rescate.

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