TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME


los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos

Siempre hemos visto “esta cruz” como un símbolo de las circunstancias difíciles que se presentan en nuestras vidas; pero debemos reconocer que muchas de estas circunstancias y/o situaciones adversas no son evidencia de que Dios nos esté probando, sino el resultado de ceder a la tentación, o debido a nuestra terquedad por alcanzar metas meramente temporales. También puede ser el resultado de decisiones mal tomadas, apresuradas y egoístas, planificadas en un mundo donde el hombre fragua acechanzas contra su prójimo; o son el resultado de unos momentos de placer cuyas secuelas son a veces funestas, y con cuyos efectos el hombre se ve obligado a vivir y a tolerar hasta el día de su muerte.

          Por ejemplo, los celos matrimoniales no carecen de fundamento. Cuando la infidelidad se hace evidente, muchas veces termina en la muerte de alguno de los participantes. Irónico, pero esto acontece a menudo dizque en nombre del amor. Ciertamente, hechos de esta clase nada tienen que ver con la cruz que hay que tomar para seguir a Cristo. Poco se conocen las palabras del proverbista quien dijo: ¿Por qué andarás ciego con la mujer ajena y abrazarás el seno de la extraña? Prenderán al impío sus propias iniquidades” (Proverbios 5:20-23). Esta y otras muchas situaciones negativas no son más que el resultado de conductas equivocadas.

          Ahora, imagínese que alguien sigue a Cristo cargando con el resultado y las consecuencias de sus malas obras. Tristemente, y esto también hay que admitirlo, eso es lo que muchos hemos tenido que hacer, por la sencilla razón de que hemos salido de una vida de pecado y las secuelas de nuestras vidas SIN CRISTO han seguido con nosotros. No obstante, a través de la puerta de salida que se nos ha ofrecido en el evangelio, cada día nos alejamos más y más de nuestro vergonzoso pasado. ahora aspiramos a vivir de manera tal hasta que alcancemos una limpia conciencia delante de Dios y de los hombres; a pesar de que algunas señales de nuestra vida anterior son, en ocasiones, muy evidentes.

          Entonces, ¿Qué podemos decir de la “cruz” que debemos tomar? Bueno, la cruz es el lugar donde se efectuaba la pena capital contra el condenado a muerte. Pero Pablo en su carta a los Gálatas 5:24-25 claramente anuncia que “los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” Por lo tanto, si alguno piensa que la cruz es símbolo de las circunstancias adversas y difíciles en nuestras vidas, le invito a considerar que lo que dice Pablo es un recordatorio de las palabras de Jesucristo quien dijo: Si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego (Mateo 18:9). –En otras palabras, el consejo a seguir es que “crucifiquemos nuestro viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos” Efesios (4:22).

          También el apóstol Pedro es bien elocuente al decir que “si alguno –a causa de la conciencia- sufre y padece injustamente merece aprobación.” Aunque, de inmediato pregunta ¿Qué gloria es si pecando sois abofeteados? Dicho de otro modo, ¿Cuál es la gloria de aquel que sufre las consecuencias de sus malos actos? No tiene gloria, ni aprobación. Así, que si alguno quiere ser discípulo de Cristo niéguese a sí mismo, tome la cruz donde ha de crucificar cada día a su viejo hombre y siga fielmente a Cristo. Si todavía hay en nosotros algún impulso que nos lleva a pecar, crucifiquémoslo en esa cruz.


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