DE ESTO ME AVERGÜENZO


El que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él.


El diccionario de la lengua española define la palabra avergonzar como el acto de superar en perfección, y/o dejar atrás algo. Luego, sentir vergüenza de Cristo equivale a decir que hay alguien o algo más que, a juicio personal, supera a Cristo en todo; y por lo tanto siente vergüenza. Es decir, se turba el ánimo de la persona porque siente que, a causa de Cristo, su vida se deshonra o puede llegar a ser menos en los círculos y las redes sociales.
          Para algunos, la ciencia y la tecnología superan a Cristo; además de la diversión, el entretenimiento, las ideologías esotéricas, el intelectualismo, la actualidad, los misterios escondidos, lo desconocido, y otras cosas que desvían la mente de las personas y les impide valorar la persona de Jesucristo.
          Ahora, lo punzante en todo esto es que el mismo Jesucristo ha dicho que él se avergonzará de todo aquel que se avergonzare de él y de sus palabras. Con seguridad el mismo Señor dirá a muchos: “Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad” (S. Mateo 7:23). Porque, como está escrito, este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí (S. Mateo 15:8).
         Cualquiera puede utilizar un vocabulario religioso, pero esto no indica que exista una convicción plena de la fe en Cristo, ni es evidencia de un conocimiento escritural. Hablar como temeroso de Dios o para que los demás se lleven una buena impresión de nosotros, no es cristianismo, ni es modo de exaltar el nombre de Cristo.
          Si alguno se siente orgulloso a causa de Cristo, dará a conocer quién es Cristo y lo que ha hecho en su vida, se reflejará en sus actos, en la manera de hablar y conducirse en cada sociedad. Si habla de Cristo lo hará con fundamento en las Escrituras. Cada año parece que, la distancia que separa al mundo de Cristo es mayor. Es como si la vergüenza, a causa de él, aumentara cada día.
          Opino que el mundo en el que vivimos es uno cargado de mentiras y engaños por doquier. Opino que las palabras de Jesucristo son verdad, y son la única verdad que prevalece sobre todas. ¿Sentir vergüenza de Cristo y de sus palabras? ¡Ha! Siento vergüenza de haber desperdiciado mis días haciendo lo que no debía; vergüenza de haber ofendido a quien me apreciaba; vergüenza de ultrajar a mi prójimo; vergüenza de la deshonestidad que cubría mi vida; vergüenza del vocabulario soez que utilizaba para hablar. ¡Sí! De todo esto y otras cosas me avergüenzo. Pero ¿Avergonzarme de Cristo? !No! ¡Cómo? Si fue él quien abrió mis ojos a la realidad de la vergüenza en la que yo vivía.  

           Antes bien, como dijo el hombre de Tarso, digo ahora: y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20). Si Cristo no hubiese cambiado mi vida, tiempo atrás que hubiera sufrido vergüenza; pero ahora él es mi gloria. Y nada, ni nadie hay que le supere.
  

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