JESUCRISTO NO ES PARA ESTE TIEMPO
Aquel que le dio al hombre la capacidad para pensar,
razonar e investigar, ¿no entenderá?
El día 19 de marzo del 2019 recibí un
comentario acerca del artículo “La
más pequeña de las semillas” (leer) y la persona que lo escribió se manifestó
de la manera siguiente: La sabiduría de
Jesús solo
abarcaba su tiempo y Jesús quedó en su tiempo. Hoy son otros tiempos.
Tiempos de ciencia, tecnología, evidencias…
Pensando
con detenimiento, sus palabras solo expresan la opinión de aquellos a quienes
les parece que, lo sucedido en el siglo inicial de nuestra era, es un asunto
del pasado y hoy ya no es relevante. Esta manera de pensar es válida solamente si hay evidencia cierta de que el
testimonio acerca de Jesucristo no tiene nexos con el presente. Argumento altamente
insostenible.
Ahora,
¿pretendo abogar por quien es el verdadero Juez? ¡Ni más faltaba! Dios siempre
ha dado testimonio de sí mismo y su
testimonio es suficiente para todas las edades. Tampoco es mi objetivo demostrar
lo escrito en el artículo sobre la semilla de mostaza; sino llamar la atención
del lector, a reflexionar, sobre el argumento de la no relevancia de Jesucristo
para el tiempo presente; pues son tiempos
de ciencia, tecnología y evidencias.
Para citar tan solo un
ejemplo, de la relevancia de Jesucristo en el tiempo actual, hace 2.000 años sus
discípulos le rogaron que les enseñara a orar. Y les enseñó la oración modelo,
conocida como el “Padre Nuestro,” que ha sido recitada, leída, memorizada, y enseñada
durante siglos por innumerables generaciones en todo el mundo, y hoy se utiliza
como fundamento
de las peticiones más sensatas a las que el ser humano puede aspirar. Una
oración modelo que nos invita a que
el nombre del Señor sea santificado en nuestros actos. Que nos exhorta a desear sus leyes y sus mandamientos suplicando que
venga a nosotros su reino. Que nos lleva
a pedir que la voluntad de Dios tenga lugar en nuestras vidas. Que nos guía a depender de Dios diariamente
al rogar por nuestro pan de cada día. Que nos llama a tener misericordia y a
perdonar a nuestros semejantes. Que nos
anima a mantenernos firmes y sin claudicar en los momentos de adversidad pidiendo
que él nos sostenga y que finalmente seamos librados del mal. Y de la misma
manera que Dios hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre
justos e injustos, esta oración modelo es una sola para ambos. Porque descubre
una verdad de actualidad, innegable e imposible de ocultar: Todos hemos pecado,
justo no hay ni siquiera uno. Y pregunto: ¿Esta oración fue enseñada únicamente,
a un pequeño grupo, de aquel entonces? Y, ¿Cuál es la razón por la que aún la
conocemos?
De no ser relevante, tiempo ha que se hubiera echado al olvido. Pero hacemos
uso de ella en nuestras oraciones, meditamos en sus palabras, hacemos reflexión,
tomamos conciencia, y es como un escudo donde buscamos protección. Gracias al Señor
Jesús y sus enseñanzas tenemos mucho de donde aprender.
Y a modo de analogía, tenemos
y disfrutamos tantas cosas de la antigüedad que su valor es inmensurable; y no por ser antiguas las desechamos, y no por ser anteriores
a nuestro tiempo dejamos de utilizarlas. Menciono algunas. La rueda, el
cálculo, los números, las tablas de multiplicar, los logaritmos, las medidas de
longitud, peso y capacidad, la medida de los tiempos, la distancia, y para
recordar que somos personas con necesidades básicas diarias no podemos ignorar
la relevancia importante que tienen el alimento, el vestido y el trabajo, que
son tan antiguos como el hombre mismo. A no ser que el hombre de la era digital
pueda prescindir de tales necesidades.
Si hoy es tiempo de ciencia,
luego ¿No hubo ciencia en los antiguos? Si hoy es tiempo de tecnología, ¡Que! ¿No
funcionaron los métodos de construcción entre los antiguos egipcios,
babilonios, griegos y romanos? Y si hoy es tiempo de evidencias, ¿No es
suficiente el Antiguo Testamento que anunció de antemano, el nombre, el lugar
de nacimiento y el tiempo en que había de venir nuestro Señor? ¿No es
suficiente el Nuevo Testamento, que corrobora la veracidad del Antiguo? Como decía
un viejo conocido cuando ganaba un argumento: ¡Hágame el favor!
Jesucristo, el Eterno Dios, fue relevante para el tiempo
de ayer, y es relevante hoy, y lo es por todos los siglos.
“Somo enanos sostenidos sobre
los hombros gigantes de los antiguos”
Anne Fremantle (Escritora)
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