PREFERENCIA PERSONAL
Porque cada uno conceptuaría a su propia manera, y
la verdad de uno sería falsedad para otro.
Para algunos la libertad de
expresión es el derecho a decir lo que quieren sin reparos de clase alguna. Y
esta manera de pensar afecta, indirectamente, la declaración de cualquier
verdad haciéndola relativa. Es decir, la convierte en materia sometida a la
preferencia personal y no conforme a la verdad contenida en el asunto mismo.
Si
la verdad de un asunto tuviera que decidirse por las predilecciones personales,
nada tendría valor verídico y las cosas no fueran lo que se dice que son.
Viviríamos un mundo subjetivo, condicionado por millones de opiniones
diferentes que cambiarían constantemente con el paso de las generaciones. Existiríamos
en tinieblas perpetuas sin poder conceptuar las cosas y sin llegar a saber qué son. Porque cada uno conceptuaría a su propia manera, y
la verdad de uno sería falsedad para otro.
Todo
cuanto existe contiene su propia veracidad y no es relativa, ni está regida por
el gusto personal, sino que la verdad siendo verdad, relega el gusto
preferencial a un plano inferior. No podemos enredar la verdad con el gusto
particular de cada uno. Mejor dicho, no debemos.
Puede
suceder que alguien guste del color rojo, y otro del azul. Tenemos dos colores
diferentes, pero preferir uno de ellos no niega la verdad o la realidad del
otro. En matemáticas, uno más uno, nos da siempre dos. Quien quiera puede
ofrecer como respuesta el resultado que más le agrade y colocarlo dentro del
contexto que desee pero la verdad es que el resultado de sumar uno más uno
siempre será dos.
Ahora, pueden surgir conflictos respecto a la verdad moral. Y con todo, la
preferencia personal tiende a ser colocada sobre ella. Esta, la verdad moral,
ha de existir. En caso contrario no hubiera modo de juzgar la conducta humana.
Así, puede ocurrir que a muchos les plazca cierto estilo de vida pero la verdad
moral, finalmente, es la que dicta si una conducta es correcta o no. Nunca el
gusto personal.
Toda
la verdad es la verdad de Dios y Dios es la verdad, su palabra es la verdad y
la Verdad es Jesucristo. Por la Verdad seremos juzgados conforme a nuestras
obras. Y ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo! ¡que hacen de
la luz tinieblas, y de las tinieblas luz! (Isaías 5:20). Si alguno quiere
conocer la verdad, búsquela y sígala. Pedid,
y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el
que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá (San
Mateo 7:8).
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