NADA MEJOR
Esto no es un anuncio
publicitario
En estos últimos días todos hemos
vivido momentos de incertidumbre, de inquietud, en los cuales parece que el alma nuestra
no haya un descanso que apacigüe tanto temor. Las noticias están inundadas con
anuncios de muertes por doquier, como si cada uno de nosotros fuera a ser el próximo
en caer víctima de
una muerte despiadada. Para una gran mayoría es consolador que aún puede permanecer
sobre sus pies y que su salud se mantiene estable; y esto no es más que la gracia y la misericordia de Dios.
Doloroso
es aceptar que muchos han perdido sus seres queridos a causa de la plaga que
anda alrededor buscando a quien devorar. Solo rogamos que pase pronto y
que podamos expresar tranquilidad diciendo que las misericordias de Dios
nunca decayeron; como decía el profeta: “por tu misericordia aun no
hemos sido consumidos” (Lamentaciones 3:22). Claro, nunca dejará alguien de hacer reclamos preguntando que si las
misericordias de Dios nunca decayeron, entonces, ¿por qué muchos murieron?
La
lógica de nuestra vida nos ha demostrado que los humanos no somos eternos, ni
estamos exentos de calamidades. Tarde o temprano la muerte nos alcanzará; aunque sea otra la causa y no la que nos toca
presenciar hoy. Lo que podemos decir con toda certeza es que hasta ese momento
Dios tuvo misericordia. Nadie estuvo sin su testimonio, sin su consejo, sin su
ayuda, o sin oportunidad de acercarse a él. Dios ha dado a todos oportunidad de conocerle y aceptarle. Por lo
cual, el día de nuestra muerte no es más que el final de nuestra existencia sobre la tierra; mas no de sus misericordias. (Ver libro a los Hebreos 9:27).
Con
todo, tal vez por mi condición de creyente en Cristo, pienso y reflexiono que muy
por encima de las noticias funestas y alarmistas que inundan los medios de comunicación,
nada mejor he podido escuchar que lo que se anuncia en la Biblia, en la palabra
de Dios; acerca de su verdad, de su ley justa, de sus juicios rectos, de su
verdad inmutable, su amor, de su poder para crear y para salvar a los
pecadores. Nada mejor que esto. Allí hay esperanza, consuelo, edificación, verdad,
consejo, guía, allí hay vida! Muy bien se le llama el Libro de la Vida! Porque
me parece que no fuera escrita por los hombres inspirados por Dios mismo, sino para los hombres. Para que
aprendan a vivir conforme a la voluntad de su Creador. Absolutamente, en medio
de esta plaga, nada mejor que una buena noticia: ¡Dios nos ama! Y la vida que
nos ha dado vale la pena vivirla bien, haciendo lo que es correcto.
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