UN FUTURO PREOCUPANTE
El coronavirus es hoy día un
asunto tan anunciado en los medios de comunicación y las redes sociales que da
mucho qué pensar.
Porque es extraño que las personas ya no mueran por otro tipo de enfermedades,
y tampoco a consecuencia de accidentes, o crímenes contra la integridad
personal. Sobre todo, porque si alguno se enferma y da resultado positivo para coronavirus,
debe ser puesto en esa lista aunque la causa de su
muerte haya sido otra. Parece que fuera la última moda. Y junto a la manipulación de los medios
de información se ha creado un caos.
Si
alguien me pregunta qué pienso,
diré que me parece un concierto (por
no usar la palabra conspiración), que deja la impresión de que a partir del
virus han creado una recesión económica global,
poniendo en peligro la vida de las personas, creando una paranoia
internacional, y sacando al mercado toda la producción mundial que estaba
retenida por falta de demanda. ¿Será lo que llaman el reinicio económico mundial 2020?
Hoy
he llegado a ver productos que no aparecían en los estantes de los
supermercados, (o no les prestaba atención) pero hay que comprar y consumir
algunos de ellos porque remplazan de manera temporal los que nos agradan.
Luego
de esta concertada recesión ha de venir una explosión productiva y la demanda
de fuerza laboral traerá el desempleo a sus niveles más bajos en la historia de la economía mundial, y la
gloria del 666. Bueno, esto es lo que pienso. Si me equivoco, no hay problema;
porque ¿Qué es la opinión de uno contra miles de millones?
El
coronavirus ha dado algunos rasgos positivos. No se trata de ser optimista en
esto. No! Se trata de ser realistas. He escuchado a políticos invocando a Dios
en sus discursos y haciendo un llamado a la oración. Asunto que sorprende
porque nunca lo hacen. Las redes sociales se han inundado con reconocimientos a
los valores de la familia, la cual, siendo instituida por Dios ha sido
denigrada mediante la unión libre, y pervertida por la aberrante desorientación
sexual.
Lo
negativo del coronavirus hay que reconocerlo. Sacarán provecho a la situación acaparando y especulando
con los precios de la mercancía que hay al alcance. Esto es calamitoso e
indeseable. Tampoco hay gozo en el fallecimiento de cualquier ser querido o
familiar. Todo este tema del coronavirus llegó repentinamente y los expertos en el tema, pienso,
que no hicieron esfuerzo para contenerlo, se les salió de las manos, o tomaron
concierto para delinquir.
Que
ninguno cuestione a Dios diciendo que ¿Por qué lo permite y no hace algo? ¡Cuidado!
Porque Dios puede imponer su justicia para exponer la fragilidad y la maldad de
los hombres. De todas maneras, lo que viene es el juicio de Dios sobre la
tierra. Ya nada debe sorprendernos; solo nos
resta prepararnos para un encuentro con el Juez de toda la tierra. Como le fue
dicho al profeta: “mirad entre las naciones,
observad, admiraos; porque haré una obra en vuestros
días, que no creeríais si se os contara” (Habacuc 1:5).
El juicio de Dios es inminente.
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