UNA IDEA FALAZ
LA
RAZA SUPERIOR
Recuerdo que durante mi infancia, vi publicadas fotografías de los periódicos en las que personas de la raza afroamericana, en los Estados Unidos, eran golpeados
por los agentes de la policía. Para mi corta edad esto era un asunto muy
sencillo de explicar concluyendo que en los EE. UU. “no quieren a los negros.” Y
durante ese tiempo, en mi país de origen, muchas veces escuché referencias despectivas contra las personas de color;
pero también mis oídos registraron insultos contra personas del interior de la república.
Me fue dicho que en Colombia no existía el racismo sino el regionalismo; fenómeno
que aunque tenga un calificativo menos drástico, no dejaba ni deja de ser lo
mismo.
El
racismo, ha tenido una fuerte relevancia social en los últimos años, especialmente con los casos de abuso policial contra
hombres de la raza negra como lo han sido Rodney King y George Floyd. Pero este
mal social, que en mi mente era un problema solo de los norteamericanos, dejó de serlo al reconsiderar el tema desde una perspectiva
histórica. Los imperios siempre han sometido bajo su yugo a otros pueblos y razas.
Un par de ejemplos son la esclavitud a la que fueron sometidos los israelitas, o
la colonización española en el Nuevo Mundo, y no olvidamos el genocidio contra
los judíos en Alemania. Y me atrevo a mencionar las guerras civiles en las que coterráneos
de una misma nación se han aniquilado entre sí. Los expertos en historia de la
humanidad pueden ofrecer mejores ejemplos con todo lujo de detalles, sin
embargo estos son suficientes para persuadirme de la
existente realidad del odio del hombre contra su prójimo; lo cual es
injustificable.
Estoy
convencido en plenitud que el racismo es una idea que nos fue injertada sin
darnos cuenta. De niños no experimentábamos tal clase de sentimiento, o por lo
menos no lo registro en mi memoria; y hoy día ese mismo sentimiento tampoco
tiene cabida. Creciendo en mi país, a pesar de las expresiones denigrantes que
ya había escuchado de los adultos, absolutamente para mí todos eran colombianos. Pero al emigrar a Norteamérica,
una de las cosas que me fue subrayada fue: ¡cuidado con los negros!
Y
opino que no. Que esa fue un recomendación equivocada. Porque he visto individuos
de otros grupos raciales comportarse como animales (y no por ser de color), lo
mismo que he visto otros que son dignos de elogio por su carácter (y no por ser
blancos) y tampoco por su origen racial. La Biblia es muy clara en sus declaraciones:
“El hombre es como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal” (Genesis
3:22). Desafortunadamente, muchos eligen el mal camino. Y además, el mal del
hombre (su pecado) es un asunto global y no racial. El racismo es una idea que
promueve el odio entre las personas y hace que la mente olvide el mandamiento
de amar al prójimo como a uno mismo.
Es
triste ver que la raza humana se deje manipular con estas ideas falaces como la
del racismo; y que las nuevas generaciones sean tentadas a abrazarlas. Pero no
podemos ocultar la injusticia social que corroe todos los niveles económicos y
todas las etnias sobre la tierra. Me parece que para combatir este mal debemos
aprender a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y quiera Dios que
todo aquel que no me ama, por lo menos no me haga daño.
Un consejo sabio
y antiguo es aquel que dice: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana
la vida (Proverbios 4:23). Es decir, si de algo tenemos que cuidarnos,
es de los malos pensamientos que incitan al odio y a obrar mal contra nuestro
semejante. Amen! He de guardar mi corazón de albergar tales sentimientos de
odio y de mal.
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