NO TOQUÉIS A MIS UNGIDOS




NI HAGÁIS MAL A MIS PROFETAS 

Hace poco volví a escuchar en los medios sociales la amonestación de no hacer daño, ni de intentar mal contra alguno que sea líder de una congregación, no sea que sufra el castigo de Dios.

               Tal advertencia nace en 1 crónicas 16:22 y ha sido utilizada por algunos predicadores con el simple fin de hacerse sentir intocables. Claman que Dios es su protector y……. ¡cuidado! Ni una palabra contra el siervo del Señor porque le puede ir muy mal.

               El mandamiento de la Escritura no está destinado para guardar a quien, diciendo ser ministro de Dios, incurre en pecado. Además, se haya en un contexto totalmente diferente al que le quieren dar estos falsos predicadores, cuyas vidas nos hacen dudar de su honestidad familiar y social.

               Si leemos con cuidado el pasaje bíblico nos vamos a encontrar que en el versículo 13 el pueblo de Israel son llamados sus escogidos. De los versículos 19 al 21 se recuerda lo pequeño que era el pueblo en tierra extraña, se menciona su éxodo, y su paso en medio de las naciones sin sufrir daño. Y por lo tanto, no toquéis a mis ungidos ni hagáis mal a mis profetas se refiere a este evento histórico y no a un cheque en blanco para cubrir los hechos vergonzosos de ninguno. ¿Acaso están exentos de santidad de vida?

               ¡Todo lo contrario! Sed santos porque yo vuestro Dios soy santo. Y también la Escritura dice sed santos en toda vuestra manera de vivir. Pero para algunos líderes este mandamiento no les compete. Pueden meter las patas pero que a ninguno se le ocurra decir algo contra ellos. Antes claman que Dios les ha permitido ciertos deslices dizque para edificación de sus vidas. ¿Habrase visto? ¡Ahora gozan de valija diplomática!   

               Definitivamente, hay mucho lobo vestido de oveja y no entre la manada, sino al frente del rebaño. Todos estaremos de acuerdo en que el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo (2 Timoteo 2:19). Y esto vale tanto para el que barre el piso, como para el elocuente orador.

               Claro, quien levanta un falso testimonio también incurre en pecado ¿O error? Esto también es condenado en la Biblia. Es decir, absolutamente todos los que confesamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, tenemos el deber moral de guardarnos sin mancha de este mundo.

               Que Dios nos ayude a ver lo malo en cada uno de nosotros y nos guarde de todo mal. Pero que ninguno crea que delante de Dios tiene privilegios. ¿No dice la Escritura que Dios no hace acepción de personas?  

               Si esto es verdadero, no lo acomodemos a nuestro gusto. Bendiciones.

              

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