LA TERCERA CARTA DE JUAN



“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”


Si es grato y aceptado por un buen número de personas que la voluntad de Dios es el bienestar de los hombres, por otra parte, la maldad de los hombres ha hecho esa voluntad inalcanzable para muchos, y que lanza al olvido lo dicho en el Evangelio: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.”

A pesar del hecho, muchos pretender enfatizar que Dios está obstinado en satisfacer el bienestar y la prosperidad de todos. Para tal fin, se valen de la tercera epístola universal de San Juan y, como si no hubiese escrito otra cosa, extraen: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” y así, pretenden resaltar la buena voluntad de Dios que hemos mencionado al inicio.

 

Si hacemos costumbre de seleccionar lo que nos gusta y sacamos las palabras fuera de su contexto, lógicamente se convierten en algo muy deseable. Sin embargo, una lectura completa y sensata, hace que lo próspero y lo material se desvanezcan de inmediato.

 

Analizando el manuscrito podemos ver que trata asuntos como el servicio, la amabilidad, la buena conducta, y el buen testimonio de un creyente llamado Gayo.           Así mismo, el reporte de algunos judíos que trabajaban en la predicación del evangelio; el mal testimonio de un tal Diótrefes, quien deseaba ocupar el primer lugar en la iglesia (el primer lugar, nada apetecido por los líderes comunales); también un consejo simple pero muy sabio: “no imites lo malo.”  Igualmente, una declaración teológica muy sencilla: “el que hace lo malo no ha visto a Dios.” Un reporte positivo de otro creyente llamado Demetrio. Y de igual manera, el anuncio de una visita futura, y una gloriosa expresión de júbilo producida por la conducta de aquellos que glorifican a Dios con sus vidas. El escritor dice: “mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad; de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.”

 

Ahora, luego de considerar el escrito en su totalidad, notamos que el asunto de mayor relevancia es el buen testimonio de los creyentes. Es verdad que necesitamos cubrir nuestras necesidades materiales, y cuando es posible obtenemos un seguro médico. Por esto mismo trabajamos a diario. Pero, irónicamente, el interés económico que muchos han querido destacar a partir de una carta tan pequeña, ha hecho que se ignoren valores importantes que marcan la buena conducta de la vida cristiana.

          En cambio, lo que sí podemos decir es que, Gayo, a pesar de sus limitaciones económicas, abrió las puertas de su casa a quienes trabajaban en la predicación del evangelio brindándoles hospitalidad; y podemos decir que tenía una salud inestable o muy frágil lo que generó las palabras “deseo que tengas salud.”

 

Después de todo, el deseo sincero de Juan es que Gayo goce de bienestar económico y de salud, así como su vida espiritual progresa y da fruto en Cristo. Su buen testimonio, como lo describió Juan “mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad; de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” es el motivo verdadero de la carta; y esto sobrepasa de manera abrumadora cualquier énfasis de prosperidad y la buena salud física (ahora deportiva), que muchos han querido justificar en el documento. El autor cierra y se despide declarando la verdadera razón de su gozo: “no tengo mayor gozo que este, oír que mis hijos andan en la verdad.”

 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

NADIE HA HABLADO COMO ESTE HOMBRE

LA MÁS PEQUEÑA DE LAS SEMILLAS

MEJOR QUE SE LES ATE UNA PIEDRA AL CUELLO