TRES SALTOS DE FE

¡LÁNZATE POR FE!

Hemos escuchado la historia del hombre que, para instruir a su hijo en el mundo de los negocios, le pide que suba unos cuantos metros y se lance al vacío. Ante el temor del hijo, el hombre promete recibirlo en sus brazos para que no se lastime. El muchacho se lanza confiando en las palabras su padre, y este lo deja caer. Luego de un tremendo y muy doloroso golpe, del que fuera víctima el muchacho, el hombre le dice: Hijo mío la primera lección en el mundo de los negocios es que “no debes confiar ni en tu propio padre.”

          La segunda historia que, es similar, es la del padre que desea enseñar a su hijo lo que es la fe. Aunque en esta ocasión el hijo es un niño no mayor de siete años, su padre también le pide que suba a una estructura alta y se lance. Pero esta vez, el niño no puede ver a su padre. Ante la insistencia del hombre, el niño se lanza y felizmente es recibido en los brazos de su padre mientras le dice: Hijo, esto es la fe. Debes aprender a tener plena confianza.

          La tercera invitación a dar un alto al vacío es la que Satanás le sugirió al Señor Jesus cuando le tentaba. Aunque, fue la palabra de Dios lo que el diablo utilizó para persuadirlo de que lo hiciera, en este caso no hubo salto alguno.  ¿Qué mejor garantía que esa? Con todo, el Señor no se lanzó. Antes, declaró: ¡No tentarás al Señor tu Dios!

          La invitación al tercer salto tiene en común con las otros dos lo siguiente: El invitado debe lanzarse desde un lugar alto. Tienen un común denominador que es la fe. El anfitrión es representado por una figura paterna. Recordemos que el diablo es el padre de la mentira.
Pero difieren los tres en que, en el primer ejemplo, el padre usa el engaño y la mentira para instruir a su hijo. En el segundo, el padre emplea una maniobra totalmente ajena al aprendizaje de las Sagradas Escrituras, pues nada ofrece mejor evidencia y testimonio de Dios que la Biblia. En el tercer ejemplo, Jesucristo nos enseña a no ejercer una fe ciega, y a no retar la fidelidad de Dios a su palabra.

Amado lector, ¿Cuál de los tres relatos prefiere usar para ilustrar la fe en Dios?

         

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