EL HOMBRE PERFECTO


mas prosigo para ver si alcanzo aquello 
para lo cual también fui alcanzado

¿Que si la perfección del hombre existe? Es una pregunta cuya respuesta es un no rotundo. Pertenecer al género humano es sinónimo de imperfección, de error, de pecado. Es una condición de la cual no podemos librarnos. Total, como se afirma y es costumbre en todos los círculos sociales decir: “somos humanos y todos cometemos errores.”  

          Si bien, esto es así, es interesante escuchar entre las personas hablar del puntaje perfecto, de porcentajes del cien por ciento, de calificación máxima, del número perfecto, del hombre y la mujer ideal, de estar en el lugar perfecto en el momento más preciso, y de la oportunidad de las oportunidades que nos ofrece la vida entre otras cosas. Es decir, que para todo cuanto hay existe un grado de perfección bien sea en mayor o menor grado pero existe. Mas para el hombre como ente espiritual, no hay tal medida y las posibilidades de su perfección son prácticamente cero.

          Cuando aceptamos la perfección de las cosas y ponemos objeción a la perfección del hombre, estamos afirmando lo que el mundo dice y al mismo tiempo negando el testimonio del evangelio. ¿Por qué? Porque estamos dejando a un lado la verdad bíblica que nos habla de morir al pecado, y de que el pecado no se enseñoreará de nosotros. Por gracia de Dios que de ser cierto, y ciertamente los es, entonces podemos impedir que el pecado reine en nuestras vidas, y por la gracia de Dios podemos morir a los deseos de la carne.
         
          No niego la realidad del pecado en el ser humano pero tampoco pienso negar la posibilidad de su redención y su perfección. No tiene sentido que Dios redima al hombre para que éste siga siendo el pecador de siempre. De ser así, Cristo ha muerto en vano. Su sacrificio no tiene valor ni poder para transformar una vida. La gracia y el don de Dios son inútiles. ¡fuera con el evangelio!

          Alguno dirá que no hay que ser tan fanático. De acuerdo. Pero es que no tenemos que ser fanáticos para argumentar que Dios nos llama a santificación. ¿No dice el Señor, “Sed santos porque yo Jehová vuestro Dios soy santo”? Así mismo dice la Escritura “como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.” (1 Pedro 1:15). Y cualquiera que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro (1 Juan 3:3). Por ello, me inclino a favor del testimonio evangélico contenido en las Escrituras. Claro, igual como decía el apóstol Pablo “No que lo haya ya alcanzado, ni que ya sea perfecto, mas prosigo para ver si alcanzo aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús (Filipenses 3:12) Dicho de otra manera: como creyente en Cristo, creo que no me queda otra alternativa aparte de seguir buscando mi perfección en Cristo. De no ser posible, no veo razón para que en la Biblia se mencione o se hable del hombre justo, temeroso de Dios, recto, apartado del mal, dueño de sí mismo, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, que ame a su esposa, y así mismo de la mujer santa, justa, temerosa de Dios y apartada del mal.

          No desecho la gracia de Dios. Si en Cristo no es posible nuestra perfección y santificación, por demás murió Cristo.




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