EJEMPLO PARA OTROS

 


¿Qué podremos esperar de quienes nos siguen y nos ven como la medida y estatura a la cual han de crecer?


Para todo existen ejemplos. Unos buenos y otros muy malos. Es decir, los hay de todo tipo, tiempo, y lugar. Y estos nos ayudan a entender cómo deben hacerse las cosas, y nos habilitan para asimilar conceptos nuevos en nuestro intelecto. Pienso que han sido necesarios desde el comienzo de la educación infantil y el menester laboral del hombre adulto.

          Hablando de ejemplos, no sé quién fue la primera persona que a modo de advertencia le dijo a su pupilo: “no hagas como yo hago, sino haz lo que te digo.”  Advertencia que tiene algo de sabiduría al resumir, en pocas palabras, esa incapacidad humana de presentarse a sí mismo como ejemplo a los demás. Aunque me atrevo a preguntar: ¿Hemos considerado alguna vez servir de ejemplo? Es más, es posible que ninguno lo hayamos hecho. Pero vale la pena preguntar; porque si no somos ejemplo, ¿Qué podremos esperar de quienes nos siguen y nos ven como la medida y estatura a la cual han de crecer?

          Sé de un pastor de iglesia cuyos miembros lo consideraban muy exigente, debido a que ellos (los miembros) tenían que trabajar muchas horas durante la semana, y pensaban que el trabajo de su pastor consistía en una escuela dominical, más dos servicios de adoración los domingos, y uno de estudio bíblico los miércoles por la noche.

          Un lunes, uno de los miembros fue a la casa del pastor para presentar su queja diciéndole: “usted pastor, solo trabaja unas horas los domingos y, en cambio, nosotros los miembros trabajamos todos los días. Así pues, no nos exija tanto.”  A lo que el pastor respondió: ¡Sepa usted, hermano, que además del pastorado, yo trabajo siete días de la semana repartiendo periódico! Además, los domingos cuando regreso a las cuatro de la mañana, y mi esposa y mis hijos vuelven a acostarse para descansar (porque me ayudan), yo me quedo despierto terminando de preparar la escuela bíblica, y los dos sermones de cada uno de los servicios. Es decir, no duermo sino hasta cuando regreso a la casa por la noche. Pero, debo levantarme a la media noche del domingo para salir de nuevo a repartir el periódico hasta las cinco de la mañana del lunes. ¿Por qué? Porque el sueldo que me da la iglesia no alcanza para sostener mi hogar. Además, solo les pido lo que yo mismo hago. El miembro de la iglesia se quedó callado por un momento y luego dijo: ¡Disculpe pastor! No sabía que usted también tiene que trabajar.

En el testimonio anterior vemos que el pastor tenía presente su responsabilidad ante la congregación. Y a medida que compartía su experiencia con un amigo suyo, agregaba: “ser ejemplo a otros es tarea de valientes; pero aprecio el ejemplo de San Pablo, quien decía: Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis de nosotros.”

          Y aquí entre nos, “no hagas lo que yo hago, sino haz lo que te digo,” no es fundamento sólido para un seguidor de Cristo. Antes, bien: “Alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras.”

         


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