TODO SUCEDE POR ALGUNA RAZÓN
Todo acontece por una razón. Es muy común
escuchar entre las personas esta declaración como la justificación de cualquier
acontecimiento del cual no tenemos, o no podemos dar explicación de por qué ocurre,
y si bien no existe manera de dar a conocer el motivo, usualmente se le
atribuye a la posibilidad de que sea Dios quien actúa y hace todo como
escondiéndose no queriendo que lo vean, sin embargo, cumpliendo su voluntad.
¿Cómo, siendo Dios quien es, ¿necesita
ocultarse? ¿Acaso ha de sentir vergüenza, o siente miedo de los hombres? Vaya
falacia de quien piensa así. Antes bien, todo lo que Dios ha hecho es conocido por
todos y lo que ha de hacer todo ojo lo verá.
Lo triste es que cuando el hombre sufre las consecuencias de sus actos, o hace sufrir a otros por su maldad, quiera justificarse invocando la soberanía de Dios diciendo que “todo sucede por alguna razón.” Nada más párvulo e infantil, mas no por ingenuidad sino por la intención malvada y oculta del ser humano que, queriendo aprovechar la debilidad de su semejante (o su necesidad personal casi siempre), lo disimula todo para no ser descubierto. Con certeza, que la causa de esos hechos que algunos astutos quieren llamar “actos inexplicables,” son actos que por su naturaleza acontecen de la manera más lógica y pueden ser entendidos.
Descubrir un engaño exige una explicación, un
robo es motivo de investigación, y un homicidio es causa de encarcelamiento
igual que los anteriores y otros hechos que no merecen aprobación.
Pero ¿Cuántas veces no es la desidia, el
desinterés, la falta de servicio, la irresponsabilidad personal, la falta de
voluntad, la rebeldía, la impunidad, y cualquier otra detracción del ser humano
precisamente la razón por la que sucede, lo que sucede? Y es exactamente esa la
razón que no se quiere descubrir ni explicar, (aunque se sepa) simplemente
porque ¿o no se necesita, o no queremos reconocer? Debe ser que no deseamos su publicación.
De la nada, nada surge según Parménides (c. 485 BCE). Es decir, no puede ser que los hechos del hombre acontezcan por azar sin su participación. Cada uno tiene un protagonista, pero excelente lo dicho por Dios hecho hombre “nada hay oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido que no haya de darse a conocer” (S. Lucas 12:2). Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas á los ojos de aquel á quien tenemos que dar cuenta (Hebreos 4:13).
La próxima vez que escuchemos que “todo sucede por alguna razón,” haremos bien en analizar con detenimiento qué ocurrió, quién es el protagonista, quién es la víctima (si hay alguna), y hallaremos inteligentemente la razón, el motivo, o la causa de por qué sucedió el hecho. Solo resta preguntar, si ese “cliché” de que todo sucede por alguna razón es aplicable en todo tiempo y en todos los casos porque, de los actos humanos, solo el hombre es su razón fundamental. No debemos atribuir a Dios despropósito alguno. ¿No le parece?
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