LO ÚLTIMO QUE SE PIERDEN SON LAS ESPERANZAS

La costumbre es decir siempre que lo último que se pierde son las esperanzas. De ser así, es en vano luchar ya que de antemano se afirma que vamos a perder. Ese tipo de esperanza realmente no deja esperanza alguna. En cambio, la esperanza del creyente en Cristo es diferente porque éste (el creyente) no piensa perder aquello por lo que por tanto tiempo ha esperado y aquello para lo cual ha dedicado su vida. Decía Juan el apóstol en su primera carta: “aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1Juan 3:2-3). La vida y la disciplina en Cristo no son en vano sino fructíferas y de una gran recompensa, no solamente en este siglo sino también en el venidero. “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperan...